viernes, agosto 28, 2015

NO SABRÍA POR FANNY JEM WONG

FANNY JEM WONG


NO SABRÍA POR FANNY JEM WONG


No sabría dónde esconder la sorpresa de lo inesperado
Ni podría imaginar la voz, que aprisionó de un golpe los huesos
Todo ocurre en  un fugaz instante, cuando la mañana  se detiene
Y se transforma repentina  en  tan solo un signo inexpugnable.

Las esferas  hoy  giran sobre los viejos  molinos de viento
La concepción emocional es caos, manifestación de ritmos acelerados,
La certeza de que detrás de las palabras esta su voz, es rayo que atraviesa
Abstracta e irreal sensación de estar en él sucumbiendo al dolor del placer.

Las olas se estremecen, locas, agitadas hierven en las arterias
Son mareas rojas de espeluznante  excitación  serena y confusa
Sin espacios, sin tiempos, en un  universo que abrupto  se atropella,
Donde la lengua  se hace  esquiva y nerviosamente se enreda.

Las palabras  aturdidas se esconden en el fondo de la garganta
El amor contenido grita  desesperado, rompe todos los  silencios
Repitiéndose  ¡Aún eres tú , endemoniado corcel!
La  perla fosilizada que desfigura  las mejillas y las enciende.

Portentosa  obra de palabras imprecisas que  ahogan el pensamiento
Eres   sueño,   pesadilla recorriendo  circunvoluciones
¡No! No discutas los sonidos que encienden el pecho dormido
Solo regálale esta noche  la vibrante voz hecha  poema.

¡Dibújalo!
¡Márcalo!
¡Tiéntalo!

Conviértete en la geométrica  medicina de todas sus ansiedades
Se la artista y la artífice de sus delirios, la capital de sus reinos
Muere de placer en el confesionario, rompiéndole el tedio de sus rutinas
Sin detenerte a pensar en un mañana que nunca terminará de llegar.

FANNY JEM WONG
20.01.2007

Así fuera un instante de la infinita nada
no sabría anular de mí , tu real presencia
corren las horas y sigo aquí.
(Jemwong)

jueves, agosto 27, 2015

MALADIE ESCRIBE ABELARDO A ELOÍSA POR MARCO MARTOS

MALADIE ESCRIBE ABELARDO A ELOÍSA POR MARCO MARTOS

MALADIE :ESCRIBE ABELARDO A ELOÍSA POR MARCO MARTOS


Estoy enfermo de tus ojos rojos,
tus pestañas tan negras me hacen daño,
tus párpados llenos de menjunjes,
tu risa cantarina me atormenta.
No puedo guarecerme, no quiero que me veas,
tu piedad no la quiero, nada quiero, quiero todo,
te escribo desesperado, mi nombre es insomnio.
 
 
 
OTRAS OBRAS DE MARCO MARTOS

 

LIBROS DE MARCO MARTOS CARRERA

LIBROS DE MARCO MARTOS CARRERA


¿TIENE SENTIDO LA VIDA? POR MARCO MARTOS


¿TIENE SENTIDO LA VIDA? POR MARCO MARTOS
 
 
¿TIENE SENTIDO LA VIDA? POR MARCO MARTOS

Esas flores violetas, entre las matas verdes,
en esas peladas colinas de la ciudad de Lima,
son expresión de las vidas múltiples de la tierra,
debajo hay lombrices y encima pájaros que exploran el cielo azul,...
pero el mar todo lo inunda, con sus murmullos inacabables,
y nos habla de lo que permanece, que algunos llaman eternidad.

MARCO MARTOS ESCRIBIÓ :EL LENGUAJE, ESCRIBE MARCO VALERIO PROBO

MARCO MARTOS ESCRIBIÓ :EL LENGUAJE, ESCRIBE MARCO VALERIO PROBO

EL LENGUAJE, ESCRIBE MARCO VALERIO PROBO
POR MARCO MARTOS
 
El lenguaje es forma, sobre todo es forma,
una red de contrarios y de complementos.
Tiene que haber dos humanos
para que el lenguaje viva,
y deben conocer el mismo código.
Quien dice palabras para sí mismo,
desdeñando las reglas y los vocabularios,
es un insano, está fuera de la órbita del lenguaje,
y más todavía si no tiene gestos.
Las formas puras son matemática o música
o puras abstracciones del ingenio humano.
El lenguaje necesita el verbo
para que lo conozcan.
La única verdad del lenguaje es la hablada,
no hay lenguaje únicamente escrito
y hay numerosos lenguajes solamente usados
en los confines del mundo conocido.
Idolatro al latín de nuestros padres
y al griego de las ciencias
y de los magníficos oradores
que ensalzan a Homero en calles y plazas.
Los etruscos son misteriosos,
su lenguaje está en la noche de Baco y en el Averno.
Pero escribieron poesía, una sutil gramática
y se comunicaron con los muertos
que parecían vivos cuando hablaban.
El lenguaje es vida y es gramática

MARCO MARTOS ESCRIBIÓ: Quédate a vivir en lo hermoso

MARCO MARTOS ESCRIBIÓ: Quédate a vivir en lo hermoso


MARCO MARTOS ESCRIBIÓ:

Quédate a vivir en lo hermoso
junto al mar y las diminutas piedras.
Dos ondulantes filas de colinas
dibujadas a lo lejos,
cielos rosados sobre las aguas azul y plata.
Hay un camino que bordea las orillas.
Es el tuyo para siempre.

LA NOVIA DEL VIENTO POR MARCO MARTOS

LA NOVIA DEL VIENTO POR MARCO MARTOS

LA NOVIA DEL VIENTO POR MARCO MARTOS

Tú eres, Alma Mahler, la novia del viento,
brisa de la mañana del verano,
la mujer de mis sueños extraviados,
tempestad en la noche de los mares cálidos.
Te pareces al olvido y al silencio,
estás en la puerta del despecho,
o mío o tuyo o de un tercero,
en el oscuro amanecer
de la desesperanza que perdura
y es la esencia del amor
para que sea verdadero.
Mañana serás una estatua de yeso
nacida de mis manos,
algo hermoso, pero inerte y frágil,
como un cristal de Bohemia
en la espalda de los condenados.
Un día caerás en añicos
Y solo quedarán mis letras angustiadas,
que serán un milésimo de un milésimo de segundo
en la historia del mundo contemporáneo.
Esos escritos dirán que Oskar Kokoschka
te amó como un loco en medio de los hielos eternos.
La solitaria flecha de Eros vaga alucinada por el universo.
¿Merecías mi amor o no lo merecías?
Eso nunca se sabe

POESÍA EL SIGLO XV JUAN DE MENA

POESÍA EL SIGLO XV JUAN DE MENA

POESÍA EL SIGLO XV JUAN DE MENA

Vuestros ojos que miraron
con tan discreto mirar
firieron e non dexaron
en mí nada por matar.
Ellos aún no contentos
de mi persona vençida,
me dan atales tormentos
que atormentan mi vida.
Después que me sojuzgaron
con tan discreto mirar,
firieron e non dexaron
en mí nada por matar.

(Juan de Mena)

FILTROS DE AMOR, ESCRIBE VIRGILIO POR MARCO MARTOS

FILTROS DE AMOR, ESCRIBE VIRGILIO POR MARCO MARTOS

FILTROS DE AMOR, ESCRIBE VIRGILIO
POR MARCO MARTOS

Anduve erguido por el mundo,
en las parcelas de Andes, cerca de Mantua,
entre los ondulantes trigales
y los gorjeos de los pájaros en los árboles,
en las calles bulliciosas de la ciudad eterna,
y en el foro, vestido con la toga, entre letrados.
Reclinado en los triclinia, comí dátiles de Egipto,
quesos de cabra de Judea, cerezas y duraznos de Hispania
y he bebido vinos generosos elaborados en las Galias
y en las tierras lejanas de Germania.
Apenas he conocido el amor yaciendo en mi lecho duro
o en las tiendas de campaña, bajo el eco lejano de la guerra.
En verdad he estado solo toda mi vida, con mi pluma compañera,
y enfermo casi siempre, entre mis sábanas.
Los seres humanos, cuando se abrazan,
se quedan con las sombras de su sueño en el agua.
El amor dura un instante y súbito acaba.
Ahora mismo siento su saeta y me revuelco en sus lágrimas.
Gemelo de la muerte, tiene su máscara
que imita a la vida en lo que acaba.
La Eneida, amadas páginas, pido que se destruyan
y que sean fuego y ceniza y olvido en los altares de Marte.
He buscado amor toda mi vida, ese yacer en el aire,
en las nubes, en la lluvia de relámpagos y truenos,
en los principios del mundo, en los peligros de lo eterno.
Y no he llegado a nada de nada.

DIATRIBA CONTRA QUINTO HORACIO FLACO, ESCRIBE ANDRÓMEDA POR MARCO MARTOS

DIATRIBA CONTRA QUINTO HORACIO FLACO, ESCRIBE ANDRÓMEDA POR MARCO MARTOS

 

DIATRIBA CONTRA QUINTO HORACIO FLACO, ESCRIBE ANDRÓMEDA POR MARCO MARTOS


Una vez te atisbé en Filipos, Quinto Horacio Flaco,
en los finales de la batalla, y vi que huías, desdichado.
Hasta ese momento te admiraba,
indiferente a lo que otros poetas, colegas tuyos,
llamaban la poquedad de tus versos.
Me gustaba tu noción de dorada medianía, la aspiración
a ser alguien, lejos de los honores fatuos,
y ese encandilamiento, la verdad, continúa.
También apreciaba tus palabras sobre el mundo presente,
aquellas que elogian a la flor del día como única,
irrepetible dicha, y eso sigue siendo válido.
Y me encantaban tus reflexiones sobre la fugacidad
de la vida en medio de las cuatro estaciones del año.
Pero tú escapabas de la batalla y eso quedó en mis retinas.
Te decías republicano y combatías en las huestes de Bruto,
el indeseable asesino de Cayo Julio César, su padre putativo.
Estabas equivocado, pero en fin, luchabas por lo que creías.
Salvaste la vida, verdad, y eso vale algo,
aunque huiste del fragor de la batalla.
Mañana estarás en Roma, mendigando un lugar
a los vencedores, a Octavio Augusto o a Mecenas.
¡Estoy segura! No te atrevas a escribirme,
no me busques, malandante, olvida mi nombre.
La que te besó en Filipos no existe, la has soñado

CAYO VALERIO CATULO RECUERDA A MARCIA METELLI POR MARCO MARTOS

CAYO VALERIO CATULO RECUERDA A MARCIA METELLI POR MARCO MARTOS


CAYO VALERIO CATULO RECUERDA A MARCIA METELLI POR MARCO MARTOS


A ti te recuerdo, Marcia Metelli,
jugando conmigo en el principio de la juventud
a orillas de Tíber, en la explanada del malecón,
llevabas guirnaldas en el cuello, rozábamos nuestros dedos
y nos empujábamos suavemente en las tardes de dorado sol.
Dentro de tus peplos guardabas a mi angustiado corazón
y entre mis ropas escondía un diminuto retrato tuyo
nacido del pincel de Quinto Tulio Cicerón
que no habiéndote tenido nunca había trocado en odio
su incipiente amor. Para mí eras el aire que respiraba,
Venus misma en el cielo de Roma,
la mujer por la que valía la pena vivir o morir
y te quería con desesperación.
Cuando empezaba la noche,
en tus ojos se encendían las candelas del amor
y el rito de los comienzos duraba hasta el amanecer.
No estás ahora y voy a orillas del Tíber,
mojo mis manos en esas aguas corrientes
y mi vida misma fluye hacia el mar
de la desconsolación.
 
 
OTRAS OBRAS DE MARCO MARTOS

 

LIBROS DE MARCO MARTOS CARRERA

LIBROS DE MARCO MARTOS CARRERA


POESÍA ÁRABE Y TRADUCCIONES POR YASSIN KAOUD
















viernes, agosto 21, 2015

EL PAN POR JOSÉ WATANABE

 
EL PAN POR JOSÉ WATANABE

EL PAN POR JOSÉ WATANABE

Perdonen que lo diga sin pudor,
pero mi madre y yo vivíamos en un pueblo
                                           de hambrunas.
Las carencias
nos llevaban a todos a una especie de inocencia,
                                     a un vivir
en el centro puro de nosotros mismos.
Así es cuando ya no queda nada, salvo
la postura orgullosa de mi madre
                   que dormía como saciada.

Cada cierto tiempo pasaban profetas
que repetían monsergas en nombre de un dios
                       prometedor, pero cruel.
Ninguno trajo lluvia sobre los campos yermos
               ni hizo el milagro de una simple lechuga.

Una tarde se asomó a nuestra puerta
un extranjero de mirada llameante, otro agorero,
pero no supimos quién ardía en él, si su dios
                                        o su demonio.
Dijo llamarse Elías y tenía gran hambre como nosotros.
        Se quedó mirando a mi madre
que en la artesa mezclaba un puñado de harina Santa Rosa
        con una cucharada de manteca sin nombre.
Estoy haciendo un pan para mi hijo y yo. Lo comeremos
y después, con la dignidad de los pobres satisfechos,
nos moriremos de hambre, dijo mi madre
                                            en Reyes 17:12.

 

martes, agosto 18, 2015

Mario H. Russo - CERCANIA


Mario H. Russo - CERCANIA



AUTOR: ESTHER GLADYS NORIEGA DESTACADA POETISA ARGENTINA
ORIGINARIA DE CÓRDOBA ARGENTINA SUS GRANDES OBRAS, LLEVAN IMPLICITAS GRAN SENSIBILIDAD, DANDOLE ESE TOQUE MAGICO DE ESPIRITUALIDAD.

sábado, agosto 15, 2015

NAVIDAD DE ABRAHAM VALDELOMAR CARTA PASCUAL




NAVIDAD DE ABRAHAM VALDELOMAR
CARTA PASCUAL
Señor don Jesús de Nazaret

En el cielo, a la diestra de Dios Padre Todopoderoso
Mi Señor y mi Dios

No es gran merito que en mi sazonada juventud continúe siendo tu siervo, pero creo que tiene algún valimiento el que lo sea después haber leído la vida de Mahoma, a través de la admirables páginas de un súbdito ingles, tu hijo y mi hermano, Thomas Carlyle. Porque de no seguir tus pasos para besarlos, te declaro, con toda hidalguía y con la franqueza que me has dado, que seguiría a aquel sabio profeta que entra triunfador en Medina Al-Nabí y que escribiera el fantástico Corán en omóplatos de carneros.

Pero pláceme ser cristiano, el libro de mi predilección, me parece pensada por ti y escrita por los doce apóstoles, para deleitar mi espíritu. ¡Que firmeza y que elocuencia desbordante, y que galana sencillez en el decir, y qué pureza para concebir la otra, la verdadera vida! El Corán es más bien una exaltación de los sentidos, Mahoma, el ilustre viudo, era austero, pero dejó a sus musulmanes una religión gastronómica. Su admirable libro parece escrito, en ciertos pasajes, por Brillat-Savarino o por aquel discretísimo primer mayordomo del cardenal Richelieu. Y es que hay dos cosas que no se pueden juntar: las teorías metafísicas y el cerdo relleno. Por eso, señor. Prefiero tu cielo sin banquetes y sin huríes, pero plácido, tranquilo, transparente, bueno, musical, fresco e intangible. ¿Para que desearía, mi divino Jesús, ir al cielo, si aún allí las carnes me habían de torturar y si iban a atarme las mujeres con las cadenas de sus brazos mórbidos?

Pero te hablaba de la Biblia. Tengo una edición inglesa con pasta flexible. La he leído con detención en estos días de tu nacimiento. David me ha enternecido. El poeta, tu ancestral, debió ser sensible como una rosa de Jericó. Fue rey poeta, como el Káiser, y obligadamente tenía que ser de la predilección de tu padre. San Juan, aquel autor del Apocalipsis, ha exaltado mi fantasía de meridional. ¿Y aquella Ruth, la espigadora, que parece sacada de un poema de mistral? Ella es el esparcimiento de mi más pura contemplación. Sólo de tales gentes, nobles y sencillas, pudo salir el pueblo electo y pudiste salir tú, que eres la encarnación de todas las virtudes, de la sabiduría, de la verdad y del Amor.

Yo te amo y soy tu siervo, porque eres humilde y de humildes vienes. Por haber nacido en el establo, por ser hijo de un carpintero, porque tu padre ha sido el único sobre la tierra que montó a burro y no fue ridículo. Porque, desengáñate: tú no eres un Dios de humildes y dolientes, de triste y desconsolados, de pobres de hacienda y de felicidad. Tú eres lo que faltaba en el mundo: la generosidad, el amor, la abnegación. Por primera vez, el consuelo de una nueva vida. ¿Qué vale, al lado de esto, todo lo que Prometeo dio a los hombres? ¿Te acuerdas de ese presuntuoso párrafo de Sófocles, en que Prometeo enumera a las Oceánidas los bienes que hizo? Aquella declaración, vibrante y hermosa, es el complete-renda de la presunción. Sin embargo, lo encadenaron. Tú nos distes más y te crucificamos entre dos ladrones. Y tú, señor, nunca te quejas ni hablas de ello.

Coordinabas mi razón, a los cinco años, cuando empecé a conocerte por boca de mi madre. Tú, que como yo quisiste tanto a la tuya, sabes que las madres, no se equivocan, sobre todo cuando uno tiene cinco años. Ella, mi madre, me hablaba de ti, encantado escuchaba yo las largas pláticas pintorescas, sobre todo tu nacer, vivir y luchar. Supe que tuviste partidarios selectos, que hoy te acompañan y que sin embargo alguna vez te negaron; supe que la soldadesca se burlaba de ti porque te temía; sé que un pobre pecadora enjugó tus divinos pies con su cabellera de ébano porque la perdonases, y que fue de las contadas que asistieron, según Rubens, al descendimiento de la cruz.

Una noche, clara y serene, con ésta en que te escribo, mi madre cogió me de la mano, en ese lindo puerto de Pisco donde pasé mis infantilidades, y me dijo.
--vamos a ver el nacimiento de Dios, hoy a las doce nace Nuestro Señor Jesucristo…

Salimos. En la ciudad celebrabas con alborozo tu nacimiento. Quien veía aquel reír de bocas y silbar de pitos, y crujir de maracas y chocar de voces, y reclamar de vendedores y chocar de gente, tenía que comprender que esa era tu pueblo. En el templo, la magnificencia luminosa desleía su paz sobre las mil personas que cruzaban la estrecha nave con dificultad. El incienso perfumaba y purificaba el ambiente, y en sus nubes se quebraban las luces. En el altar mayor, que esbeltos cirios decoraban, te vi, señor, entre la paja bíblica, con tu cabeza nimbaba, recibiendo el homenaje de tu padre feliz y de tu santísima madre encantado, la Virgen María. Una estrella de cauda luminosa, guiaba hacia ti a los reyes de todas las progenies, que aparecían diminutos sobre los cerros de cartón-piedra, cabalgando caballos engalanados. Toda una humanidad vivía en aquel nacimiento, pululando entre bosques, ríos, y lagos, llanos, montañas y sembríos. Besé tus pies divinos, pulidos y fríos, y me dijeron que ya no me condenaría. Cantaron matinés, dijo su sonoro decir de gallo, y viniste al mundo la mil ochocientas noventa vez.

Vueltos a caso, se abrió la puerta del comedor y apareció la mesa. Sobre el blanco mantel había una cena regalad, aunque humilde. Un lechoncito tostado al horno, con almendras y pimentones, holgado en hojas verdes de lechuga, plátanos; racimos de uvas pintados, ácidas a la vista; una empanada de choclo dorada al fuego como joya de orfebre, y pan calientito. De la cocina llegaba el olor escandaloso de los chicharrones, humeaban los tamales en una fuente entre las marchitas hojas de banano y el ponche de agrás, oliendo a canela y nuez moscad, lucía en una jarra transparente. Además, rosas, claveles, jazmines, aromas y albahaca.

Durante la cena, entre el tamal y el pastel de choclo, me quede dormido. Alguien había insinuado en la mesa un cuento de Navidad. Soñé que lobos y perros furiosos atacaban mi caravana en una pampa ilimitada. Luché con ellos durante mucho tiempo y el fin de la lucha, ensangrentado pero fuerte, te vi venir a mí. Desde entonces te adoro, señor, y por eso te escribo, porque sé que Eres y que me escuchas. Quiero, pues, informarte de lo que veo.

Las cosas, hablando en oro, están muy mal desde que te fuiste, Hijo de Dios. A los hombres, que antes iban hasta el crimen para defenderte, ya no les importa de ti. Aquí, en esta ciudad donde inquisidores crueles quemaran herejes, ya no hay inquisidores y, como consecuencia, los herejes han invadido todos los caminos. Son ahora, escritores, frailes, médicos, políticos, poetas, rufianes, apóstoles y jóvenes serios.

Dobles, perfilada, deslealtad, vileza, cobardía, ingratitud, atrofian el sentimiento; necedad, bellaquería, presunción, chabacanería y esterilidad, son exponentes; de la inteligencia; la abulia reina y el mal gusto impera. Así está tu mundo, señor, este mundo por el cual te dejaste colgar de una cruz del Líbano.
No me inculparas de pesimista. Tú sabes que me harta la manada y que soy y seré el más feliz de tus siervos, siempre que no me niegues el cielo, el mar, la tierra, los arboles, mis recuerdos, uno que otro libro favorito y tu bendición, señor.


























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RETAZOS AMARILLOS por FANNY JEM WONG

  RETAZOS AMARILLOS por FANNY JEM WONG 6 Sobre la cuna de raso oscuro danzó frenética la muerte.   RETAZOS AMARILLOS por FANNY JEM W...