Zarigüeya
por Marco Martos
El pueblo tiene aromas de eucalipto y humeante cacao.
En su huso hila que te hila la abuela con la lana
de la oveja recién trasquilada, mientras habla para sí.
La niña cose costales de arroz y coloca el trigo y el maíz
bajo el esplendoroso sol de la media mañana del verano inmortal,
y cuando las luces de la tarde empiezan a parpadear,
ingresa a la cocina y con un fino carrizo atiza las brasas de leña
y chillan los cuyes, blancos, marrones, a su alrededor.
Empieza la noche. En apariencia nada ocurre en esa soledad.
Por la mañana, una gallina despatarrada aparece en el corral.
¡Qué cruel es la herbívora zarigüeya! Le gusta matar por matar.
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De mis manos brotarán amapolas rojas como la sangre así quizás mi poesía sea eterna MI POESÍA SOY YO FANNY JEM WONG LIMA - PERÚ