miércoles, mayo 01, 2013

IMÁGENES DEL DIA DE LA MADRE 2


Hay un lugar en el mundo, de Alda Merini

Hay un lugar en el mundo donde el corazón late rápido,
donde te quedas sin aliento por la emoción que sientes,
donde el tiempo se detiene y ya no tienes edad.

Ese lugar está en tus brazos donde tu corazón no envejece,
mientras que tu mente nunca deja de soñar.


A mi madre, de Manuel Gutiérrez Nájera

¡Madre, madre, si supieras
cuántas sombras de tristeza
Tengo aquí!
Si me oyeras, y si vieras
Esta lucha que ya empieza
Para mí

Tú me has dicho que al que llora
Dios más ama; que es sublime
Consolar:
Ven entonces, madre y ora;
Si la fe siempre redime,
Ven a orar

De tus hijos el que menos
Tu cariño merecía
Soy quizás;
Pero al ver cual sufro y peno
Has de amarme, madre mía
Mucho más.

¡Te amo tanto! Con tus manos
Quiero a veces estas sienes
Apretar

Ya no quiero sueños vanos:
Ven ¡oh, madre! que si vienes
Vuelvo a amar

Solo, madre, tu cariño,
Nunca, nunca, se ha apagado
para mí.

Yo te amaba desde niño;
Hoy… la vida he conservado
para ti.

Muchas veces, cuando alguna
pena oculta devora
sin piedad,
Yo me acuerdo de la cuna
Que meciste en la aurora
de mi edad.

Cuando vuelvo silencioso
Inclinado bajo el peso
De mi cruz,
Tú me ves, me das un beso
Y en ni pecho tenebroso
Brota luz

Ya no quiero los honores;
Quiero solo estar en calma
Donde estás;

Solo busco tus amores;
Quiero darte toda mi alma…
Mucho más.

Todo, todo, me ha dejado;
En mi pecho la amargura
Descansó;

Mis ensueños me han burlado,
Tu amor solo, por ventura
Nunca huyó.

Tal vez, madre, delirante,
sin saber ni lo que hacía
Te ofendí.

¿Por qué, madre, en ese instante?
¿Por qué entonces, vida mía,
no morí?

Muchas penas te he causado,
Madre sana, con mi loca
Juventud:
De rodillas a tu lado
Hoy mi labio solo invoca
La virtud.

Yo he de ser el que sostenga
Cariñoso tu cansada
Ancianidad;

Yo he de ser quien siempre venga
A beber en tu mirada
Claridad.

Si me muero —ya presiento
que este mundo no muy tarde
Dejaré, —
En la lucha dame aliento,
Y a mi espíritu cobarde
Dale fe.

Nada tengo yo que darte;
Hasta el pecho me salta
De pasión:

Solo, madre, para amarte
Ya me falta, ya me falta Corazón.



Apegado a mí, de Gabriela Mistral

Velloncito de mi carne
que en mi entraña yo tejí,
velloncito friolento,
¡duérmete apegado a mí!

La perdiz duerme en el trébol
escuchándote latir:
no te turben mis alientos,
¡duérmete apegado a mí!

Hierbecita temblorosa
asombrada de vivir
no te sueltes de mi pecho
¡duérmete apegado a mí!

Yo que todo lo he perdido
ahora tiemblo hasta al dormir.
No resbales de mi brazo:
¡duérmete apegado a mí!
14. Doña Luz XVII, de Jaime Sabines


Lloverás en el tiempo de lluvia,
harás calor en el verano,
harás frío en el atardecer.
Volverás a morir otras mil veces.

Florecerás cuando todo florezca.
No eres nada, nadie, madre.

De nosotros quedará la misma huella,
la semilla del viento en el agua,
el esqueleto de las hojas en la tierra.
Sobre las rocas, el tatuaje de las sombras,
en el corazón de los árboles la palabra amor.

No somos nada, nadie, madre.
Es inútil vivir
pero es más inútil morir.


Madre, llévame a la cama, de Miguel de Unamuno


Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo en pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer.

No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquel.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.

¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquel?
No dice, hijo mío, reza,
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen sin él.

¿Estás aquí, madre mía?
Porque no te logro ver…
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.



Dones, de Luis Gonzaga Urbina


Mi padre fue muy bueno: me donó su alegría
ingenua; su ironía
amable: su risueño y apacible candor.
¡Gran ofrenda la suya! Pero tú, madre mía,
tú me hiciste el regalo de tu suave dolor.

Tú pusiste en mi alma la enfermiza ternura,
el anhelo nervioso e incansable de amar;
las recónditas ansias de creer; la dulzura
de sentir la belleza de la vida, y soñar.

Del ósculo fecundo que se dieron dos seres
el gozoso y el triste- en una hora de amor,
nació mi alma inarmónica; pero tú, madre, eres
quien me ha dado el secreto de la paz interior.

A merced de los vientos, como una barca rota
va, doliente, el espíritu; desesperado, no.
La placidez alegre poco a poco se agota;
mas sobre la sonrisa que me dio el padre, brota
de mis ojos la lágrima que la madre me dio.


Amor eterno, de Gustavo Adolfo Bécquer


Podrá nublarse el sol eternamente;

podrá secarse en un instante el mar;
podrá romperse el eje de la tierra
como un débil cristal.

¡Todo sucederá! Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.





















































































No hay comentarios:

Publicar un comentario

De mis manos brotarán amapolas rojas como la sangre así quizás mi poesía sea eterna MI POESÍA SOY YO FANNY JEM WONG LIMA - PERÚ

Featured Post

RETAZOS AMARILLOS por FANNY JEM WONG

  RETAZOS AMARILLOS por FANNY JEM WONG 6 Sobre la cuna de raso oscuro danzó frenética la muerte.   RETAZOS AMARILLOS por FANNY JEM W...